Representación, protección de intereses nacionales, negociación, presentación de informes y promoción de relaciones amistosas. Esas aptitudes también pueden ser de interés para los no diplomáticos que se dedican a actividades profesionales que entrañan contactos con personas o culturas extranjeras.
La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 codifica siglos de práctica y normas aplicadas a las relaciones entre Estados. Una vez que se establecen relaciones diplomáticas entre dos Estados-nación, pueden decidir intercambiar misiones diplomáticas o embajadas dirigidas por un Jefe de Misión o un Embajador; entre sí, se convierten en un «Estado remitente» y un «Estado receptor». Un artículo importante de la Convención describe las funciones de los diplomáticos que han de ejercerse dentro de la misión diplomática. Hay cinco reconocidos, que exigen algunas competencias específicas de los diplomáticos.
1) «Representación del Estado remitente en el Estado receptor»: esta tarea de representación oficial significa que el Embajador es el enviado personal de su Jefe de Estado al Jefe de Estado del país anfitrión. Del mismo modo, los diplomáticos que trabajan en el país anfitrión bajo la dirección del Jefe de Misión se consideran en todo momento representantes de sus gobiernos. Esto significa que no pueden interferir en los asuntos internos del país anfitrión (por ejemplo, haciendo declaraciones políticas públicas); no pueden llevar a cabo actividades comerciales; tienen el deber de discreción. Para estar protegidos de las presiones locales, gozan de inviolabilidad (del diplomático, sus locales y su vehículo), inmunidad de jurisdicción y exención de impuestos. Sin embargo, esto no significa impunidad en caso de que violen la ley local: sus gobiernos pueden retirarlos y procesarlos en sus países de origen o pueden ser declarados «personae non gratae» y expulsados. En resumen, las habilidades que se requieren aquí son moderación, integridad, dignidad, profesionalismo.
2) «Proteger en el Estado receptor los intereses del Estado que envía y de sus nacionales, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional»: esto significa que el objetivo principal de la actividad de los diplomáticos es promover los intereses nacionales, ya sean diplomáticos, económicos, comerciales, culturales, etc. Esto incluye atender a las necesidades de los nacionales que viven o viajan en el país de acogida, que también es la actividad principal del Consulado o la sección Consular de la Embajada. Por lo tanto, los diplomáticos que trabajan para servir a sus países deben mostrar cualidades de patriotismo, lealtad, orgullo nacional y un buen conocimiento de sus políticas nacionales.
3) «Negociación con el Gobierno del Estado receptor»: la negociación es una parte esencial de la actividad diplomática. En un contexto bilateral, entre dos gobiernos, independientemente del alcance de la negociación (desde un acuerdo de protocolo para una visita oficial a un acuerdo comercial de gran alcance), las habilidades de negociación requieren: un buen conocimiento del tema (o la confianza en expertos); flexibilidad y disponibilidad para el compromiso (en el momento adecuado y no sin compensación); y un sentido de resultado ganar-ganar. En un contexto multilateral, con posibles asociados y adversarios múltiples, la negociación es más compleja, pero requiere las mismas habilidades y, además, un sentido de iniciativa y creación de coaliciones. Recordemos sobre todo las sabias palabras de Hans Blix, ex Director General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA): «Se subestima lo importante que es la dignidad entre las personas y lo importante que es no humillar.»2
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4)» Determinación por todos los medios lícitos de las condiciones y acontecimientos en el Estado receptor e información al respecto al Gobierno del Estado que envía»: se trata de la labor tradicional y habitual de los diplomáticos: observación (por medios lícitos, es decir, con exclusión del espionaje) e información. Esto requiere habilidades que se puedan adquirir y desarrollar en el trabajo: conocimiento previo de la situación y voluntad de entenderla mejor; buenos contactos e interacción con todos los sectores de la sociedad, desde los funcionarios hasta la sociedad civil; agilidad en la redacción de informes oportunos, claros y concisos al escalón adecuado, con el valor añadido del análisis en comparación con la información disponible de otras fuentes (principalmente los medios de comunicación, incluidas las redes sociales).
5) «Promover las relaciones amistosas entre el Estado que envía y el Estado receptor, y desarrollar sus relaciones económicas, culturales y científicas»: por último, las tareas de los diplomáticos incluyen la promoción de buenas relaciones entre sus países en todas las esferas. Esto requiere contactos activos con todos los sectores de la población local, no solo con los funcionarios y las élites. Se espera que los diplomáticos entretengan a los invitados con regularidad, de ahí la necesidad de que tengan un buen conocimiento de las normas de protocolo tanto universales como locales y una buena práctica de comunicación intercultural.
Ex diplomático francés (1977-2016), Asesor Principal del Centro de Políticas de Seguridad de Ginebra (GCSP).
European Leadership Network,» Interview with Hans Blix: ‘The most important leson in diplomacy is not to humiliate'», 23 de enero de 2019 (https://www.europeanleadershipnetwork.org/commentary/interview-with-dr-hans-blix/).
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