Levítico 16:11-19
Al comenzar aquí, es mejor mirar primero Levítico 16:30, que contiene el propósito de la Escritura de esta semana: «Porque en aquel día el sacerdote hará expiación por vosotros, para limpiaros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de la Señor.»
Este versículo es claro al decirnos que el pecado ensucia al hombre a los ojos del Señor, por lo que le dio a Israel una manera en que se haría expiación por sus pecados.
Lo primero que necesitamos ver es que Dios proveyó un camino de expiación por sus pecados, y sabemos que Él ha proveído expiación por nuestros pecados a través de Cristo Jesús. Antes de seguir adelante, tenemos que recordar que nuestro Padre celestial es el que inicia el perdón de pecados.
No hablamos mucho sobre el pecado excepto en la iglesia porque es ahí donde el mundo quiere guardarlo, pero Dios hizo del pecado un asunto nacional para Israel. La Palabra de Dios deja claro que tenemos una naturaleza pecaminosa. El salmista escribió: «He aquí, en iniquidad fui formado, y en pecado me concibió mi madre.»
Aarón, el sumo sacerdote que ofrecía el sacrificio, tenía que lavarse y luego vestirse en el tabernáculo. El Señor dijo que Aarón debía entonces ofrecer un toro como sacrificio por el pecado para él y su familia.
El sumo sacerdote entró entonces en el Lugar Santísimo con la sangre del toro, el incienso y las brasas encendidas del altar de la ofrenda quemada. Su siguiente paso habría sido rociar la sangre del toro siete veces sobre el propiciatorio.
Aarón salió del Lugar Santísimo y entró en el patio donde había dos cabras. Echó suertes, un proceso que elegía un macho cabrío como ofrenda por el pecado para el pueblo y el otro macho cabrío que sería el chivo expiatorio.
El macho cabrío elegido como la ofrenda por el pecado para el pueblo fue matado y su sangre fue traída dentro del velo donde Aarón roció la sangre sobre el propiciatorio de la misma manera que lo hizo con la sangre del toro.
El Señor dijo que Aarón debía hacer » expiación por el lugar santo, por la inmundicia de los hijos de Israel, y por sus rebeliones en todos sus pecados.»No tenía que haber duda entre la gente acerca de su naturaleza rebelde hacia Dios.
Fueron desobedientes en todos los sentidos, y sus pecados alcanzaron todas las áreas de la sociedad. El Señor los hizo conscientes de sus caminos rebeldes, por lo que Aarón regresó al altar de la ofrenda quemada, donde lo limpió con la sangre del novillo y del macho cabrío.
Puede parecer extraño que al sumo sacerdote se le dijera «hacer expiación por el lugar santo», pero ese lugar estaba en medio de personas pecadoras y por lo tanto manchado por sus pecados. Debido a que eran pecadores, perdieron el privilegio de la presencia de Dios con ellos, pero a través de la expiación Él estaba presente con Israel.
primero debemos admitir que somos pecadores. El profeta Isaías escribió: «Todos nosotros, como ovejas, nos hemos descarriado; cada uno se ha vuelto por su camino.»Nuestros pecados nos separan de la comunión con Dios porque nos hemos elegido a nosotros mismos por encima de Él.
A través de la muerte y resurrección de Cristo Jesús, se ha hecho expiación por nuestros pecados. En el mismo versículo el profeta escribió: «y cargó Jehová en él el pecado de todos nosotros.»
El Señor Jesucristo llevó nuestros pecados a la cruz donde murió por nosotros. Cree en Él y tus pecados serán perdonados. Jesús es «el camino, la verdad y la vida.»
Ed Wilcox
La lección de la escuela dominical está escrita por Ed Wilcox, pastor de la Iglesia Bautista Centerville. Se puede contactar con él en [email protected]