¿Alguna vez ha tenido uno de esos momentos incómodos cuando se acaba de dar cuenta de que castigó a su hijo por actuar exactamente como usted? ¡Ay! Recuerdo (desafortunadamente en más de una ocasión) gritarle a una de mis hijas diciéndole que dejara de gritarme. Ay, otra vez.
¿Quién de nosotros no ha tenido ganas de decir, «Haz lo que digo, no lo que hago»? Todos hemos escuchado dichos como: «Los valores se capturan, no se enseñan.»»Tus hijos seguirán tu ejemplo, no tu consejo.»»No te preocupes de que tus hijos nunca te escuchen. Preocúpate de que siempre te estén observando.»
A veces se espera que los que trabajamos con niños » los arreglemos.»He tenido padres que se quejan de que un niño está maldiciendo mucho. Con frecuencia puedo identificar al «maestro» cuando mamá o papá dejan caer algunas palabras en la conversación.
En 1954, Dorothy Law Nolte (consejera familiar y educadora de padres) escribió un poema, Los niños Aprenden Lo que viven. Es tan relevante hoy como lo era entonces.
Si los niños viven con la crítica, aprenden a condenar.
Si los niños viven con hostilidad, aprenden a luchar.
Si los niños viven con miedo, aprenden a ser aprensivos.
Si los niños viven con lástima, aprenden a sentir lástima por sí mismos.
Si los niños viven con el ridículo, aprenden a sentirse tímidos.
Si los niños viven con celos, aprenden a sentir envidia.
Si los niños viven con vergüenza, aprenden a sentirse culpables.
Si los niños viven alentados, aprenden confianza.
Si los niños viven con tolerancia, aprenden a tener paciencia.
Si los niños viven con elogios, aprenden apreciación.
Si los niños viven con aceptación, aprenden a amar.
Si los niños viven con aprobación, aprenden a gustarse a sí mismos.
Si los niños viven con reconocimiento, aprenden que es bueno tener una meta.
Si los niños viven compartiendo, aprenden generosidad.
Si los niños viven con honestidad, aprenden la veracidad.
Si los niños viven con equidad, aprenden justicia.
Si los niños viven con amabilidad y consideración, aprenden respeto.
Si los niños viven con seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en quienes los rodean.
Si los niños viven con amabilidad, aprenden que el mundo es un lugar agradable para vivir.